viernes, 15 de agosto de 2008

La muerte me da vidas perpendiculares* [Parte primera]

14 de agosto de 2008

UNA LARGA HISTORIA

Regularmente soy huraña, prefiero pasar las tardes y mi tiempo libre lejos del bullicio externo, leyendo, rondando mis obsesiones, mirando el cielo en sus diferentes presentaciones... por ello, quien me haya visto en días recientes (y me conozca de antes, claro) probablemente se pregunte si estoy enferma o qué mosca me picó: no tengo una respuesta satisfactoria. El ajetreo de visitar salones, hablar en la radio y otras veinte mil cosas que no pienso enumerar ahora, no solían"ser lo mío" y todavía hoy hago berrinche cuando toda esa actividad me llega a aturdir... Pero alguien dijo o ha dicho o dice: renovarse o morir... y como en verdad sentía que estaba apunto de morirme (sin ser precisamente lo que quería - todavía no, al menos) decidí renovarme... en más de un sentido , pero eso es chiste local...



La Iniciación

Aunque la renovación me está matando, ya estoy encaminada y casi encarrerada. No puedo ni quiero detenerme. Pero es tiempo de ir al grano. Todo esto no viene al caso más que por lo que pasó el día de ayer y unas cuantas semanas previas, por no decir meses.

Para no hacer el cuento (más) largo, mi verdadero ingreso a cierto grupo, cuyo nombre no mencionaré aquí, fue ayer con la participación en una especie de combo de eventos: algo así como un 2x1: la CONFERENCIA - DIÁLOGO con Cristina Rivera Garza y Álvaro Enrigue, luego, la PRESENTACIÓN DE SUS NOVELAS MÁS RECIENTES.

Se reduce a unas cuantas líneas, pero para mí fue la prueba de paciencia, resistencia, constancia y voluntad: todo junto. Una serie de acontecimientos mundanos que fungieron como ritual iniciático, ja!



Atuendos Negros

A las siete de la mañana desperté con los párpados enrojecidos, de un color más cercano al violeta que me daba un aspecto no muy lindo (espantoso). Ya era bastante tarde para llegar a la clase de ocho: Literatura Medieval; considerando que debía desayunar algo decente si no quería morir a media mañana, antes de que todo comenzara, bañarme, vestirme y trasladarme: había que llegar 9:30 a la escuela para afinar los últimos detalles.

Un vaso de leche con chocolate, un pastelillo, un filete de pescado a la mantequilla, una taza de té de tila; no precisamente en ese orden. Luego el baño caliente, intensivo (los nervios me ponen un poco paranoica con eso de la higiene). Detrás mío quedó casi un sauna y de mi piel todavía se desprendía vapor cuando llegué a mi habitación para vestirme. El acuerdo fue uniformarse: todos de negro... pero yo quería usar una camisa amarilla... se hacía tarde, yo dudaba demasiado y por ello terminé poniéndome esa envoltura neodark.

Una locura. Día de verano (todavía verano), soleado... todo el mundo pensaría que había un funeral. - Debí poneme la camisa amarilla- pensaba en el camino para abordar el colectivo, sin que importara realmente... siempre me han parecido un estorbo las ropas... pero están las faltas a la moral...

El calor amenazaba con rostizar-me/nos viv-a/os y Álvaro creyó que lo queríamos matar. Claro, los mafiosos se visten de negro, no? Y yo con esa sangre siciliana corriendo por mis venas... Me cayó bien.

El momento se acercaba. Cristina aún no llegaba, pero no debía tardar.

Entre la incertidumbre, los nervios y las prisas, llegó Cristina. Todavía era temprano, pero nosotros teníamos mil cosas que revisar.



Minutos Previos

Los escritores fueron recibidos por el direc-doc. Hablaron un rato. Eran casi las doce y yo, no sé por qué, me estaba poniendo histérica...

A las 12:05 la gente esperaba ya en el Salón de Proyecciones, pero los escritores, el doc y el licántropo no aparecían. La impuntualidad me pone nerviosa, me hace pensar que algo no anda bien... pasaron muchas cosas, pero todo empezó (tal vez 12:15 o 12:20) y los nervios comenzaron a relajarse... también los nudos de la espalda se fueron deshaciendo poco a poco...







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