miércoles, 26 de agosto de 2009

La mujer (se nos va la vida)

León Chávez Teixeiro


Abrió los ojos,
se echó un vestido,
se fue despacio a la cocina.
Estaba oscuro, sin hacer ruido,
prendió la estufa y a la rutina.
Sintió el silencio como un apuro,
todo empezaba en el desayuno.
Dobló su espalda,
gozó un suspiro,
sintió ridícula la esperanza;
al más pequeño le ardió la panza,
rompió el silencio,
soltó un llorido.
Sirvió a su esposo,
vistió a los niños,
cambió pañales,
sirvió los panes.

Llevó a sus hijos para la escuela;
pensó en la dieta que se comían.
Midió el dinero,
compró verduras,
palpó lo gris de su economía.
Formó en la cola de las tortillas,
cargó a Francisco,
miró la calle.
Por todas partes había mujeres,
todas compraban y se movían;
cumplían aisladas con sus deberes,
le recordaban a las hormigas.
Sintió de pronto que eran amigas,
sintió que todas eran amigas.
Volvió a su casa, casa rentada,
vio más amigas desde la entrada.
Le dio a Francisco con qué jugar,
barrió los pisos,
tendió las camas.
Se vio al espejo,
miró las canas,
juntó las cosas de cocinar;
cortó las papas,
las puso al fuego
y a la manteca la hizo chillar.
Ahora lo crudo se ha transformado,
estaba listo para comer.
La casa entera tiene otro ver,
de nuevo listo pa' ser usado.
Puso la mesa,
sirvió a los niños,
cambió pañales,
cortó los panes,
limpió de nuevo mesa y cocina,
le dio a Mercedes la medicina;
pidió su turno en los lavaderos:
talló vestidos y pantalones,
miró la ropa tendida al sol,
como si ayer no se hubiera hecho.
La misma friega todos los días,
se caminaba de nuevo el trecho,
sintió la vida como prisión,
se le escapaba todo lo hecho.
Se va la vida, se va al agujero
como la mugre en el lavadero.
Cruzó palabras con sus vecinas;
hubo sonrisas en formación.
Toda la raza en su cantón,
se las arregla con el trajín.
Siempre mujeres, cumpliendo oficios
que se entretejen sin tener fin.
Ser costureras, ser cocineras,
recamareras y planchadoras;
ser enfermeras y lavanderas,
también meseras y educadoras.
Muy diligentes afanadoras,
a sus familias las dejan listas,
rumbo a la escuela o hacia el trabajo
para que puedan checar las listas.
Se daba cuenta de sus afanes
y de los cines sabía un carajo.
Para ellos siempre la vida es seria
pero se ahogaban en la miseria.
Se va la vida, se va al agujero
como la mugre en el lavadero.
Se fue derecho para su nido,
siempre pensando planchó la ropa.
Todo lo roto dejó zurcido,
tenía un momento pa descansar.
Se abrió la puerta y entró el marido
también molido de trabajar.
Puso la mesa,
sirvió la sopa,
para quejarse no abrió la boca.
Se rieron juntos y platicaron.
Se habló de niños y de dinero,
de la vecinas, de algún dolor,
de los camiones y del patrón.
Lavó los trastes,
tiró basura,
durmió a los niños,
cambió pañales.
Como aire que entra por la ranura,
los dos jugaron con su ternura.
Le dio la vuelta a la cerradura;
durmió de pronto todos sus males.
Se va la vida, se va al agujero
como la mugre en el lavadero.
Se va, se va, compañera,
como la mugre en el lavadero.